Dos destinos ecoturísticos para explorar Juan de Acosta












Muy cerca de Barranquilla, este municipio ofrece opciones para los turistas que quieran admirar la biodiversidad de la región. Alojamientos en forma de nidos o habita con vistas panorámicas del Atlántico hacen parte de las alternativas.
Hace tres años, EL HERALDO anunciaba que la “gran riqueza de recursos naturales” podía convertir a Juan de Acosta en “un destino para el ecoturismo en Colombia”. Además de mencionar sus más de 20 km de playa, decía que sus bosques tropicales (el 58% de los que hay en el departamento), la variedad de cuerpos de agua y los paisajes hacían de este municipio una zona singular para visitar en el Atlántico.
Hoy puede decirse que ha habido transformaciones en ese sentido. Dos sitios en Juan de Acosta a los que se llega luego de pasar el parador turístico Sombrero Vueltiao de la 90A, ofrecen a los visitantes una reserva biodiversa, alejada del ruido de las urbanizaciones y en donde se busca estimular tanto la conservación de los recursos naturales como el cuidado de las especies animales.
Los nidos de oropéndola
La recepción del hotel Terra Verde es una cocina que funciona con fogón de leña. Allí se llega por una entrada que da a la vía Juan de Acosta−Baranoa, entre los corregimientos de Chorrera y Sibarco.
John Rieder, el arquitecto que ideó este espacio, dice que quiso recrear con él “un lugar del pasado”, en el que se cocinara a carbón como lo hacían nuestros abuelos, no funcionaran aparatos electrónicos y la sopa se tomara con totuma y cuchara de palo. La única luz eléctrica que hay la genera —para unos pocos bombillos y apenas durante un par de horas— un panel solar, que también llega a la habitación de la zona glamping. De resto, la iluminación la proporcionan mechones encendidos con ACPM, y una gran cantidad de velas que para las ‘cenas románticas’ llegan a superar las 100. En el ‘punto de encuentro’, cuando las condiciones de humedad son propicias, se enciende una fogata de ochenta centímetros de diámetro y más de un metro de alto, alrededor de la cual los visitantes se reúnen.
La ausencia de electricidad obliga a Rieder, que también oficia como chef, a hacer un mercado diario en Baranoa, pues en la cocina no hay refrigerador. En plena mañana, este espacio llama la atención por los grandes ollas que cuelgan en la parte de atrás, las frutas y verduras frescas en el mesón de madera, el olor crepitante del carbón en que se preparan los primeros desayunos… Y, a unos pasos, el tomillo y el orégano y otras plantas de esta cocina que propone sus platos según los cultivos de la temporada. Los ñames en la mesa indicaban lo que por estos días han cosechado más los campesinos de la región.
Con todo, lo que le ha dado mayor fama a este parque y hotel ecológico son sus habitaciones. A mano izquierda de quien entra, suspendido a unos 8 metros de altura, de un alto ajicillo cuelga la primera de ellas: un nido de oropéndola, hecho de palma e ideado por Rieder a partir de los nidos que estas aves construyen como casas. El resto de habitaciones–nido están identificadas por los árboles de las que cuelgan: el higuerón y el cotopri. Todas ofrecen capacidad para dos personas y cuentan con estanque y terraza propios o con acceso a las pozas de agua del lugar.
Para acceder a ellas, es necesario reservarlas con semanas o un mes de anticipación. Los precios y la disponibilidad pueden consultarse en las redes sociales de Terra Verde.
La vista en ‘El Cielo’
Con una impresionante vista que mira hacia Piojó, Juan de Acosta y el Mar Caribe, en el camino de la misma ruta se encuentra El Cielo Eco Hotel, un lugar desde el que puede observarse el atardecer recostado en un cuadro de mallas o en la piscina, en lo alto de una montaña.
Las habitaciones de este sitio ecológico, con espacios amplios y aire acondicionado, ofrecen igualmente vista al horizonte. También es un lugar apropiado para eventos y reuniones. Cuenta además con zona de fiestas, restaurante, senderos hacia un bosque, el ‘Comedor las nubes’ y una bodega de vino custodiada por la figura de San Pedro.
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