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Latitud 12 de Abril de 2014

Una chica “de la casa”

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Alba Pérez del Río
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A  partir del próximo 4 de mayo dirigirá Babelia, el suplemento cultural de El País (España), el primer diario del mundo hispanohablante. Berna González Harbour (Santander, 1965) es pequeña de estatura, y tiene un rostro afable y una mirada tierna. Cuando la escuchabas hablar en la Cadena Ser (participó durante algunos años en la tertulia “A vivir que son dos días”), sentías como radioescucha que había llegado el sosiego, el reposo. Intervenciones inteligentes, cortas, precisas y con ese tono de reposo que parecía no abandonarla nunca. Quizá en esa contención y en ese saber mirar y escuchar para luego intervenir radique su éxito, pues ha sabido mantenerse arriba desde que se alistó a cubrir revoluciones y conflictos armados con tan solo 23 años.

Aunque estuvo seis años de periodista “díscola” trabajando fuera de la “casa” (en España cuando quieres decir que alguien es de la empresa, dices “es de la casa”) como corresponsal en Moscú y luego como colaboradora de diversos diarios de su Santander natal, su figura está íntimamente ligada al diario El País, el periódico en el que ha fraguado su sólida carrera profesional.

Regresó a ese periódico en 1996, pero no con las manos vacías. Había sido premiada con el accésit del Premio José Hierro por su relato “Viaje al fondo de un embudo”, en el que retrataba la vida de un heroinómano. Su relato fue tan bien logrado que los jurados creyeron que el autor era un drogadicto y se sorprendieron cuando la vieron llegar con su rostro afable y su mirada tierna.

La vuelta a su antigua “casa” significó trabajos de más sosiego –por entonces estaba estrenando maternidad– y luego de responsabilidad. Tiene el currículum del que sabe lidiar con las alturas, y del que es sólido profesionalmente y muy eficaz. Sus sucesivos nombramientos en cargos de responsabilidad así lo atestiguan. Ha sido jefa de Internacional, subdirectora de la edición dominical, subdirectora del diario, subdirectora de la sección “Vida y Artes”, subdirectora de Internacional –con el cometido de aunar web y papel– y subdirectora del diario en general para integrar web y papel.

Su último nombramiento se produjo hace una semana, lo que la llevará a caminar por los senderos de la cultura. Ella está feliz con el nuevo encargo, y dice tomarlo con renovadas energías. Es primavera, estamos en el pequeño jardín trasero de su casa en Madrid. Hace sol y hay que aprovechar. Bebemos té –esa es una tradición familiar que ella no perdona. Su madre es inglesa– y charlamos sobre su trayectoria profesional y sobre su reciente ingreso en el mundo de la novela negra. Berna está casada y tiene dos hijos.

P  Su carrera es una montaña que no ha parado de escalar. Estar escalando siempre debe resultar muy fatigante. ¿Nunca ha sentido deseos de detenerse y tomarse un respiro?
R  Claro que sí, de hecho lo hice. En un momento dado, después de pasar varios años cubriendo conflictos como la caída del comunismo en la Europa del este y el derrumbe de la Unión Soviética, incluidos los estallidos armados que se produjeron en esos años, decidí parar. Necesitaba parar. Me tomé un tiempo para volver a casa desde Moscú, donde era corresponsal, y para volver a cargar las pilas en Santander, mi ciudad. Así pude reequilibrar el peso que debe tener la vida privada junto a la profesional, la balanza que nos debe hacer mejores personas.

P  ¿Qué son para usted el fracaso y el éxito?
R  Para todos los que somos perfeccionistas, y yo lo soy, en todos los pasos de la vida siempre es tentador encontrar algo de fracaso. Logramos escribir un artículo y siempre podríamos haberlo hecho mejor, siempre pudimos haber tenido mayor impacto. Lo mismo con la vida personal. Pero hace mucho aprendí a quedarme con lo positivo: lo conseguí, alguien lo leyó, a alguien le gustó. Por tanto creo que el fracaso y el éxito no existen, son solo modos subjetivos de percibir la realidad. En cuanto al éxito, el único posible es vivir feliz, satisfecha con los míos y con lo que hago, no fallarles y disfrutarles, a los míos y a mi trabajo.

P  Tener cargos de responsabilidad implica muchas horas de trabajo, sobre todo en el mundo del periodismo. ¿Cómo ha hecho para conciliar la vida laboral con la familiar?
R  Hay un momento en que tienes que aprender a poner coto, tener claro los límites, irte del trabajo por una reunión del colegio o para repasar las tablas de multiplicar. Y que los hijos sepan que, aunque su madre esté ocupada, ellos siempre serán prioridad, siempre me podrán decir: ven. Saber cómo les ha ido en un examen será siempre una buena razón para salir de una reunión.

P  De todos los frentes periodísticos en los que ha estado, ¿cuál ha resultado el más gratificante?
R  Creo que lo más gratificante es iniciar algo, cambiar y reinventarse. He disfrutado muchísimo de Internacional, de conocer, leer y aprender de todos los países y áreas del mundo. También, especialmente de “Vida&Artes”, la nueva sección que lanzamos en El País en 2007 para trasladar al lector debates y tendencias sociales, para lanzar preguntas y tratar de responderlas con todos los ángulos a nuestra disposición. He disfrutado del trabajo en web, de aprender a actuar con el factor inmediatez, que no existía antes en los periódicos. Y ahora estoy disfrutando ya de la idea de encargarme próximamente de Babelia. Reinventarme de nuevo, y hacerlo en el ámbito cultural, me parece el mejor reto que hoy me podrían plantear.

P  Usted ha formado parte del equipo fundacional del paso del papel a la web del diario ‘El País’, y ha ocupado varios cargos en la consolidación de ese cometido. ¿Qué busca ese nuevo lector que navega por el ciberespacio?, ¿qué lo diferencia del lector de papel?
R  El lector web busca la profundidad, como en el papel, pero busca también la inmediatez, esa es la gran diferencia. El lector web no quiere esperar a mañana para conocer las claves de una información. Las quiere hoy. Y eso nos ha llevado a transformarnos en esta revolución digital. Lo importante es mantener la calidad en un ritmo de más rapidez.

P  ¿Cómo vislumbra el periodismo del futuro?
R  Soy muy optimista en ese sentido: nunca hemos tenido mayores audiencias, tan globales, tan exigentes. La fidelidad es difícil en la web porque el lector tiene muchas opciones. Si no le das la noticia que busca, la encontrará en otro lado. Y eso te obliga a mejorar. El periodismo en web sí vive en la aldea global.

P  Hace un par de años incursionó en el mundo de la novela negra con ‘Verano en rojo’ y este año ha regresado con ‘Margen de error’. Dos novelas en dos años. Teniendo en cuenta los cargos de responsabilidad que ocupa, su familia… ¿con qué tiempo escribe?
R  He llegado a la conclusión de que el tiempo es un estado mental. He vivido tiempos sabáticos o de paro (estar sin trabajo) en los que no pude escribir, inventar historias o concentrarme en ellas. Y he vivido muy ocupada logrando a la vez madrugar para escribir. La respuesta es concreta: escribo, fundamentalmente, en vacaciones, en verano, cuando todos duermen y yo madrugo. Pero la respuesta menos concreta es la otra: cuando logras compartimentar la vida, cuando tienes el motor arrancado la novela tiene lugar.

P  ¿Por qué eligió escribir novela negra?
R  Me sentí cómoda en los cánones del género, me servían para retratar la realidad como quiero.

P  El premio Nadal, Fernando Marías, ha escrito sobre el personaje central de su novela: “La comisaria Ruiz ha venido a la literatura negra para quedarse”. Siendo que en la segunda novela hemos visto bastante maltrecha de salud a esa infatigable comisaria, ¿sí cree que se quedará por mucho tiempo?
R  Esa es mi intención. Cuesta mucho más crear personajes que tramas, y una vez que los has creado, ¡no puedes dejarles morir tan fácilmente! Deseo seguir trabajando a mi personaje, hacerle crecer y ponerle a disposición de muchas más tramas que, en el fondo, son una excusa para pintar la realidad.

P  ¿Cuáles son sus autores preferidos en este género?
R  Camilleri es mi maestro más querido, lo llevo en el corazón porque fue capaz de dar cabida en la novela negra al humor y al carácter latino maravilloso, gallardo y capaz de reírse de uno mismo. Lo conjugó todo. Además, Black, Connelly, Indriadson, Tana French, Chandler… son muchos los grandes.

P  ¿Con qué autor de la literatura universal se quedaría y con cuál de la contemporánea?
R  Melville y Proust escribieron para ampliarnos los horizontes, creo que ambos despiertan en el lector la evocación de otros mundos más complejos y borrosos. ¿Contemporánea? Acabo de leer un libro maravilloso de Anouk Markovits que me ha traído al paladar lo mejor de Bashevis Singer.

P  Teniendo en cuenta que a partir del próximo 4 de mayo usted será la responsable de ‘Babelia’, ¿qué es para usted una buena crítica?
R  La buena crítica es la más difícil: la que conecta con el lector y sabe transmitirle los elementos que necesita para juzgar por sí mismo si debe leer o no leer ese libro. El lector no es un niño en el colegio al que le imponen los libros; es un ser libre que debe poder elegir por sí mismo. Se trata de darle las herramientas para que él decida.

P  ¿Qué es para usted un buen libro?
R  Interesante pregunta, muy difícil de responder. El buen libro es el que sabe conectar con el lector porque este se podrá reconocer de alguna u otra forma en él. El que sabe retratar la realidad. El que crea personajes perdurables a los que odiar o amar. Y el que está bellamente escrito.

P  ¿Habría que modernizar los suplementos literarios? Y si es así, ¿qué cambios habría que introducir para lograrlo?
R  Es difícil generalizar, no me atrevo a sentar cátedra. La clave como siempre en periodismo es: hagamos buen periodismo, honesto y libre de ataduras, independiente y lleno de curiosidad.

P  ‘Babelia’ no está en la web. Aún circula solo en papel. ¿Tienen planes en web?
R  La vocación de Babelia es como la de El País: global, internacional, muy latinoamericana. Internet solo debe ser el medio para llegar a ese fin que es la audiencia global.

P  Si tuviera que elegir entre el oficio de periodista y el de escritora, ¿con cuál se quedaría?
R  Vivo los dos como complementarios y no me gusta tener que elegir. Soy periodista y no me veo sin serlo. Ahora también soy escritora y aunque cada cambio parece exigir nuevas fuerzas y amenazar esa realidad, sé que nunca podré renunciar. Escribir novela es mi refugio, mi placer y nada podrá evitar que mantenga encendida esa llama tan íntima y particular.

P  Para terminar, ¿qué es lo que la hace más feliz?
R  Lo primero, algo que parece tan simple y es sin embargo tan caro y difícil de lograr: estar a gusto con los míos y mi trabajo. Si hablamos en términos concretos de una actividad: escribir.

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