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Latitud 21 de Enero de 2018

Leyendo ‹Marihuana para Göering›

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Reseña del primer libro de cuentos de Ramón Illán Bacca, escrita al momento de la publicación. Recoge las reacciones de la época.

Eduardo Márceles Daconte*
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En una lista que preparamos con los nombres de eventuales integrantes de una antología de cuentistas costeños a finales del siglo XX e inicios del XXI, no dejó de sorprendernos la prontitud con la que llegamos a 20 candidatos sin ningún esfuerzo. De esta veintena de escritores tanto veteranos como jóvenes, no tanto en edad como en concepción de la narrativa actual, sobresalían dos o tres nombres que en época cercana han merecido elogiosos comentarios y premios por su producción literaria.

Uno de ellos es sin duda Ramón Illán Bacca quien por aquella época ganaba el premio regional de cuento convocado por Diario del Caribe y el grupo cultural La Esquina de Barranquilla. Tal distinción vino a coronar una carrera literaria en la existencia de este escritor nacido en Santa Marta (Magdalena) cuando ya se divisaban en el horizonte los tormentosos prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. Pero también sirvió para subrayar una labor que había visto un primer título en el libro de cuentos titulado Marihuana para Göering (y otros relatos prometedores), publicado en Barranquilla en 1980.

Junto con una introducción del narrador y periodista costeño Juan Gossaín en donde se señalan algunas de las características fundamentales del libro, también encontramos ocho cuentos, una estupenda obra de teatro en un acto y un sabroso ensayo sobre las películas de rumberas del cine mexicano de la década del 50. Es conveniente tener en cuenta que tanto la obra de teatro como el ensayo se integran de manera congruente a la totalidad del trabajo, haciendo parte de las constantes narrativas que caracterizan a Ramón Illán.

Una primera impresión que se desprende de algunos de los cuentos, y que es común a casi todos los escritores, es el elemento autobiográfico que en este caso asume la modalidad de recuerdos de la infancia o de experiencias que han impactado profundamente al protagonista. Tal es el caso de En la guerra no hay manzanas o Faltan dos patas para el trípode donde relata las peripecias de un niño en sus relaciones con la familia o la escuela; o en aquellos donde recrea escenas reales o imaginarias que permiten adivinar la presencia del narrador. Los cuentos de Ramón Illán entretejen un conjunto de elementos que constituyen su vida personal y su atmósfera social.

Los fantasmas −en el decir de Vargas Llosa− de este autor son fácilmente identificables y aluden en primer lugar a su obsesión por el cine y en especial sus referencias a viejas películas y a veteranos actores y actrices del cine de Hollywood y México. Asimismo, encontramos alusiones a la música caribeña en interpretaciones de la Sonora Matancera, sus cantantes favoritos y los aires costeños que contrastan curiosamente con las citas de la música llamada clásica en compositores como Bach y Brahms, entre otros.

Los comentarios sobre el psicoanálisis, la incapacidad para implementar la justicia en Colombia, el uso de fotografías para hacer un flash-back y las situaciones complejas donde desemboca más de una trama, inducen a pensar en un juego de enigmas que terminan cerrándose en un indescifrable misterio pasando por presagios y sueños que estimulan la fantasía del lector. Los decorados que enmarcan algunos pasajes son concebidos dentro de un ambiente que nos recuerda el arte kitsch (cursi) o el art déco de los años 20.

Una de las asombrosas constantes del libro es la huella que dejó en su niñez la Segunda Guerra Mundial. Son frecuentes las alusiones al nazi-fascismo y los símbolos y circunstancias que se asocian a ese episodio volcánico de la historia contemporánea. Cuando no es el emigrante que termina en un campo de concentración en el interior del país a causa de la mentira de un niño, es el Messerschmitt −avión de combate−, el submarino o la mina que estalla un barco cargado de manzanas, sin olvidar algunos nombres y palabras que hacen referencia directa a las guerras y sus consecuencias en nuestro país. En esta colección de relatos, Ramón Illán es quizás uno de los primeros escritores colombianos en abordar la palpitante temática del tráfico de marihuana que tuvo su origen en la Sierra Nevada de su tierra natal.

En el cuento y obra de teatro que dan título a la obra (anticipándose incluso al montaje de Golpe de suerte del grupo de teatro La Candelaria donde se trató el mismo tema con un enfoque diferente), como en su saga de la fundación y decadencia del Rodadero contada en un tono apocalíptico en su cuento En el mar la vida es más sabrosa, están presentes los símbolos y modos de vida que caracterizan a la mafia criolla, ridiculizados en un contexto de crimen e inmoralidad que solo se compara con la violencia oficial que se vislumbra en el trasfondo de su narración Si no fuera por la ‹zona caramba› (títulos derivados de lejanas canciones) en donde la Masacre de las Bananeras se recrea a través de la celebración que el Centro Social ofrece al general implicado en el criminal capítulo de la ciudad de Ciénaga.

Uno no puede menos que sonreír, o reír abiertamente, cuando lee la prosa precisa de Ramón Illán, puesto que la mayoría de estos episodios se narran dentro de un pungente tono de humor que supera la solemnidad con que muchos escritores colombianos acometen la labor literaria y sin los recursos vanos de quienes no tienen nada que contar y emborronan cuartilla tras cuartilla de una retórica presuntuosa y hueca que solo nos hace perder el tiempo y la paciencia. Saludamos entonces este primer libro de cuentos del autor samario con la esperanza de seguir disfrutando de su amena e inteligente prosa narrativa.

Nota del autor: esta reseña fue escrita en 1981 a raíz de la primera edición de Marihuana para Göering, pero nunca se publicó ya que, por razones de un embargo a su editor, el libro nunca se distribuyó y sólo se salvaron algunos 100 ejemplares después de una peligrosa operación comando en una bodega en donde fueron víctima del comején hasta convertirse en pulpa de papel para reciclaje. Gracias a la iniciativa de Gilberto Marenco Better como director del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Barranquilla, en 2008 tuvimos la oportunidad de acceder a estos maravillosos cuentos de uno de nuestros más insignes autores caribeños.

*Escritor, investigador y periodista cultural, sus libros más recientes son la novela El umbral de fuego (2016) y la antología Literatura de la diáspora: 20 narradores colombianos en USA (2017).

eduardomarceles@yahoo.com
 

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