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Latitud 01 de Febrero de 2015

El zapatero Che...vere del Centro de Barranquilla

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Róbinson Quintero*
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La popular frase ‘lunes de zapatero’ no encaja en la ardua etapa laboral de Pedro Antonio Vergara Mena. La frase que le ajustaría a este personaje anclado hace más de 45 años en el Centro de Barranquilla es ‘zapatero a tus zapatos’.

Vergara Mena es uno de los tantos protagonistas que habitan una zona para los que todavía creen que los zapatos viejos, dañados o usados merecen una segunda oportunidad.

El itinerario de vuelo para Pedro Antonio arranca desde que los gallos del barrio Las Palmas cesan de cantar su inmarcesible despertar a las cinco en punto de la mañana.

Desde su hogar inicia su vital travesía hasta su sitio de trabajo en el corazón mismo de la que él llama “La Arenosa del alma”.

Si usted ha transitado a lo largo y ancho de la carrera 38, también conocida como Avenida de los Estudiantes, con la calle 34 o comúnmente Paseo Bolívar, puede distinguir perfectamente a un hombre mayor, delgado, con boina y barba espesa, laborando como zapatero, pero no como uno más, porque es inevitable relacionar su parecido físico con una de las figuras emblemáticas e iconográficas más reconocidas en Latinoamérica para el resto del mundo: Ernesto ‘Che’ Guevara.

El lugar de trabajo de Pedro Vergara, más que un punto específico que determine a primera vista que allí se repara calzado, es una especie de santuario donde la imagen del Che y la suya se mezclan infinitamente como en un laberinto de espejos. Una especie de relato o poema extraído de la imaginación del memorioso escritor argentino Jorge Luis Borges. Se nota a leguas que lo llena de orgullo que la gente lo identifique con el revolucionario e idealista personaje que marcó un hito en la juventud reaccionaria de los años 60 y 70 de América Latina

Su afición hacia Ernesto Guevara nació hace 64 años, más exactamente el 5 de mayo de 1950, a la edad de 15 años, cuando aún merodeaba en las calles de su barrio de nacimiento, Las Nieves. Desde esa etapa del pasado comenzó a seguir las ideas socialistas del Che y a seguir un estricto régimen para no solo parecerse a Guevara en la parte de vestuario y aspecto físico, sino también en lo ideológico.

Comenzó a coleccionar afiches, fotos, recortes de prensa, libros, películas y acetatos dedicados a honrar la trayectoria del mártir de las juventudes comunistas del mundo. Muchos de estos suvenires y atuendos de vestir han sido comprados por él. Otros son regalos de vecinos, familiares y clientes que lo aprecian. Dos de los cuadros grandes donde aparece su imagen han sido regalos de fotógrafos que le han dedicado su trabajo a este singular personaje barranquillero, quien en un buen día gana entre unos 70 a 80 mil pesos, pero que a veces solo se gana 15 o 20 mil. El resto lo solventan sus hijas: Mónica Piedad, la mayor; la segunda, Yira Patricia, y la última, Kelly Johanna.

No es fácil poder conciliar dos mundos tan diferentes como en los que se mueve el Che barranquillero. El suyo es un mundo lleno de remembranzas, donde el mayor anhelo es volver a ver a Barranquilla coronada como una ciudad de civismo. Pero por otra parte está la cruda realidad que, hoy por hoy, corre frente a sus ojos y muestra una urbe donde algunos ciudadanos son carentes de solidaridad.

Cuenta que se dedica desde hace cuarenta años al oficio de la zapatería porque le deja tiempo libre para otros quehaceres. Para él la zapatería no es una labor tan pesada y le parece rentable porque todos los días hay personas que necesitan reparar su calzado.

Pedro Antonio Vergara Mena no se cansa de hablar de la época de antaño, pero también le gusta recordar las veces en que ha sido objeto de atención por parte de los medios de comunicación. Comenta que ha sido entrevistado para prensa, radio y televisión nacional e internacional, y que el mismo Ernesto McCausland lo invitó a uno de sus programas de televisión.

Pedro reciente de la clase dirigente. Para él, las transformaciones políticas, sociales y culturales deben iniciar en el seno de los desfavorecidos. Para él, el socialismo es lo más parecido al reino de Dios. Cuando le recuerdo que los seguidores de esas ideas no ligan con la religión, replica que él es harina de otro costal.

Es católico, creyente en el Sagrado Corazón de Jesús y en la Virgen María. Así lo confirman unas manillas decorativas a todo color que están adheridas a su delgado brazo izquierdo.

Además, dentro del ‘altar’ en que ha convertido su lugar de trabajo reposan también las imágenes de Jesús y María.

Tiene además 78 imágenes del Che, las cuales guarda y transporta diariamente en su carrito de labores hasta un parqueadero cercano.

Pedro Antonio dice que ha sido siempre un hombre con mucha conciencia social. Viéndolo trabajar parece una especie de héroe discreto. El único día que no ejerce su oficio es el domingo. Lo dedica a otras faenas. Se reúne con un grupo de amigos y conocidos en el Rincón Latino, ritual que hace desde hace más de 20 años.

Vergara Mena también encaja en la frase del filósofo griego Aristóteles: “el hombre es un animal político”. Por esta razón se ha visto comprometido en campañas y protestas a favor de los mototaxistas, los trabajadores informales del Centro y el mercado, y los carromuleros.

La tarde comienza a caer paulatinamente. Estamos al filo de las seis de la tarde. El saludo de transeúntes y conductores hacia este personaje prosigue sin cesar. Pedro cierra el telón de su negocio y poco a poco va recogiendo las imágenes del Che Guevara. Dice que su popularidad no es solo porque sea un fiel seguidor del Che. Cuenta que ha sido un camellador de tiempo completo, y que gracias a laborar desde temprana edad y ser muy servicial mucha gente lo conoce. Que ha conocido las mil caras del rebusque. Que el trabajo dignifica al hombre. Ha oficiado como conductor de bus urbano. Ha sido albañil, carpintero y durante un largo tiempo administró bares reconocidos en Barranquilla, pero que hoy se han extinguido, como El Boricua, Las Acacias, El Junior, El Escorpión y La Fuente de la Cerveza, entre otros.

Cierra esta charla de manera apacible entonando la letra de una canción de Daniel Santos, la cual es su preferida: Despedida. En casa lo esperan su mujer Esperanza Ramírez, sus 3 hijas, sus 2 nietas y 84 cuadros del Che Guevara. Además, muchas postales y fotos de recuerdo cuando viajó a la ciudad alemana de Hamburgo, en el año 2002, como parte representativa del Carnaval de La Arenosa en Europa, al lado de los fallecidos María Moñitos y Cantinflas. Viaje que hizo gracias al apoyo de la Casa del Carnaval de Barranquilla, porque este zapatero también le jala al asunto carnavalero. Total, tiene una pinta como si estuviera disfrazado los 365 días del año.

El zapatero ché...vere de La Arenosa también tiene fotos de su estadía en Cuba para reencontrarse con el alma del personaje que encarna de manera espontánea. El traslado a la isla fue posible porque amigos y vecinos le sumaron a los ahorros que Pedro Antonio tenía. Le ayudaron así a cumplir su gran sueño de pisar territorio cubano, donde se dedicó a husmear sobre la trayectoria del líder Guevara con cuanta persona se le atravesó por el camino.

Antes de partir le pregunto acerca de Fidel Castro. Con lánguida mirada y voz despectiva responde: de ese tirano, ni una palabra.

*Autor del libro de crónicas ‘El lado oscuro del trópico’. Ganador del Premio Nacional de Poesía Universidad Metropolitana, 2008.
 

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